Una canción más de esas que juegan a no entenderse – 8 de octubre de 2020
Echo de menos echarte de menos excepto al echarte de más cuando menos me lo espero. Es entonces, me temo, cuando intento olvidar, echarte sin más de entre ciertos pensamientos. Y no te vas. Siempre vuelves, sempiterna serpiente, y me tientas entre dientes, doliente, ¡ay, mi suerte! Pobrecito el corazón, desprovisto de razón que ya sólo le queda poder cantar esta canción y rezar: Rezar a un dios que se ha ido, esperando esperar la esperanza del niño que aún cree que si sopla y sopla podrá desmontar la montaña roca a roca. La cabeza le dice la verdad y él la ignora. Echo de menos echarte de menos excepto al echarte de más cuando menos me lo espero. Es entonces, me temo, cuando intento olvidar, echarte sin más de entre ciertos pensamientos. Y no te vas. Siempre vuelves, sempiterna serpiente, y me tientas entre dientes, doliente, ¡ay, mi suerte! Ay, mi suerte... De ayer hace ya diez años y en tres minutos se acaba el hoy: me siento como una extraña consciente de que nunca fui quien soy. La única constante es el cambio y en cambio decides quedarte presente en mi mente. Si lo llego a saber, ¡ay!, si lo llego a saber, no sé para qué te digo nada.
En la portada, una fotografía tomada al bar adyacente a la Filmoteca de Catalunya allá por 2017.