Pardon, monsieur – crónica y reflexión en París

El pasado miércoles 21 de enero, VisionFES tuvo el honor de ser invitada al estreno en la UNESCO del documental Jusqu’au Dernier: La destruction des juifs d’Europe, conmemorando el setenta y cinco aniversario de la liberación de los presos judíos del yugo antisemita del no-tan-poderoso Tercer Reich. Así pues, mi compañero y amigo productor Marc Martí y yo nos dirigimos en un viaje exprés a París en representación de nuestra joven productora.

Hacía catorce años que no pisaba suelo francés (suerte de la capacidad de traducción de Marc, si no me habría quedado en el aeropuerto), por lo tanto no recordaba absolutamente nada. Las calles parisinas son limpias y la gente amable, los edificios cada uno más hermoso que el anterior, todos ellos contando un párrafo de un episodio de la historia de la ciudad… Y todo muy caro. Mucho.

Aprovechamos que debíamos cruzar el centro a pie para echarle un vistazo rápido a los monumentos más emblemáticos: la catedral de Notrê Dame, la fachada y pirámides del Louvre, la Torre Eiffel… y nos desviamos gratamente para acercarnos a las altamente protegidas oficinas de la revista Charlie Hebdo, donde dejamos en nombre de todo el equipo un lápiz roto, uno más entre los centenares que homenajean a los dibujantes y policías caídos junto a caricaturas, flores y mensajes de apoyo y defensa a la libertad de expresión.

Homenajes a las afueras de Charlie Hebdo, París.

Los homenajes a los caídos por la libertad de expresión a las afueras de las oficinas de Charlie Hebdo.

El estreno del documental fue espléndido: la narración de ambos episodios mostrados (el primero y el último) presentaban un trabajo de investigación exquisito, con una recopilación de tétricas e imponentes imágenes (tanto en blanco y negro como a color) de la Guerra y la liberación de Aushwitz – todo acompañado con una impecable banda sonora. Tuvimos tras la presentación la oportunidad también de intercambiar unas palabras con el oscarizado Paul Rozenberg, productor de la serie documental.

Y de este viaje, acabada aquí la crónica, extraigo diferentes reflexiones:

1.- Los zapatos de traje no sirven para caminar, y el traje mismo no abriga si uno está bajo cero. Aun el viaje siendo express como lo fue este, se ha de preparar todo mejor.

2.- Los bocadillos en Francia solo se abren de un costado. Nos llevan siglos de ventaja culinaria.

3.- La vida profesional que hemos escogido, aunque plena una vez visto el fruto del trabajo, es muy, muy dura. Un viaje de un día a París por motivos de trabajo no es para nada aquello que uno escogería – claramente ha valido la pena, y se han conseguido todos los propósitos que se tenían en mente, pero a diferencia de lo que muchos podrían opinar no es ni de lejos un viaje de placer.

Hay trabajos que te mueven: un ejecutivo de una empresa nacional puede verse hoy en Barcelona, mañana en Madrid y pasado en Granada; y un cantante de fama mundial puede estar hoy en Londres y mañana en Los Ángeles. Aún hay gente que envidia a aquellos que viajan por trabajo, sin darse cuenta de que su profesión es tan dura como la del oficinista o panadero. Y es que como en casa no se está en ningún sitio, y cuando se ve mundo se debería ir para vivirlo, no para observarlo desde el avión, coche o tren.

En resumen, adoro el hecho de tener un trabajo que me haga moverme de vez en cuando (este mes que viene me acerco a Madrid, y al siguiente al sur del país, ya iré contando), y adoro la experiencia que me ha hecho empatizar con aquellos que se ven obligados a viajar más a menudo. Me hace apreciar mucho más las cosas.

Espero que esta reflexión os haya servido para algo. Si no, siempre nos quedará París.

Sergi

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