Let’s not forget one line of this – Especial Día de los enamorados

Hace unos cuatro o cinco años comencé un blog personal. Uno como este, en blogspot era también, pero su meta era muy diferente a la del que escribo ahora mismo.

Hay que tener en cuenta también que este blog lo escribe otra persona muy diferente a la que entonces era. ¿Cómo es eso? Bueno, aquellos familiarizados con la serie Doctor Who lo entenderán.

Es un principio muy básico: cada día nos ocurren cosas que nos hacen cambiar. La causa del cambio puede ser algo que leemos, algo que vemos, algo que nos dicen, algo que nos ocurre; gente que viene, gente que va; objetos que encontramos, objetos que perdemos… El caso es que este cambio, para aquellos que nos rodean, no es algo que se perciba al momento – simplemente nos vamos desarrollando sutilmente hasta convertirnos en alguien nuevo. Sin embargo, para aquellos que no nos ven durante una temporada, el cambio es mucho más radical, y son aquellos que nos lo dicen a la cara.

«Has cambiado», o «ya no eres el mismo/a», son frases casi tan dolorosas como el «tenemos que hablar» o el «¿chocolate? Ya no queda». Porque aunque somos conscientes de este cambio, y muchas veces incluso nos emociona, no nos gusta que se nos eche en cara. Probablemente por miedo. ¿Miedo? Sí, claro: nos horroriza que nuestra vida cambie, sobre todo si estamos bien en el momento.

Siempre he sido muy consciente de este hecho, últimamente más. La serie Doctor Who exterioriza este cambio literalmente al cambiar al actor protagonista cada vez que el personaje muere y se regenera: mismo ser, diferente persona. Hoy, a raíz de esta serie, me he reencontrado con este planteamiento a través de una actriz, una amiga. Hablábamos de un amigo en común, de que había cambiado y que, quizá, era para mal, y que este hecho la había alejado de él. Bueno, es posible.

Lo que me lleva al siguiente punto: las rupturas en las relaciones. Pero no os preocupéis: vengo a daros un punto de vista positivo y romántico de ello. Porque…

Hemos dicho que la gente cambia. Siempre. Cada día, a cada hora. El cambio nos puede afectar de forma negativa, y por lo tanto la persona que ayer fuiste se convierte en otra persona a la que eres hoy. Y en una relación ese es un problema porque tu pareja se enamoró de ti como eras el día que os enamorasteis y, de hecho, tu pareja tampoco era igual entonces. Por lo tanto – vamos a simplificar las cosas – cuando comienza cualquier tipo de relación son dos personas las que la inician y, si un día se acaba, son otras dos diferentes (en mayor o menos cantidad) las que la acaban.

– Pero, oiga señor -diréis-, eso es bastante deprimente, ¿no?

Para nada. De hecho es algo mucho más hermoso de lo que os imagináis. Porque esto significa que cuando alguien te prometió amor eterno, que te amaría hasta el final, siempre cumplió. Hasta el final. Hasta que la persona que te lo prometió dejó de ser y se regeneró en una nueva.

Este hecho demuestra dos cosas: la primera que, desde un punto de vista muy romántico, casi onírico, el amor dura para siempre, así como las parejas, y que nunca rompiste con la persona con la que estuviste, sino que os amasteis hasta el final. Y, segundo, que aquellas relaciones verdaderas, las que merecen ser contadas, son las de aquellas personas que consiguen amar a todas las personas que seas hasta el fin de tus días, pase lo que pase. Esa es, probablemente, tu media naranja.

Claro, todos somos diferentes, y la gran mayoría de lectores ahí fuera creerá que esta reflexión es pura demagogia, una simple manera de auto-complacerse y engañarse porque las cosas no son así, la vida no es tan perfecta. Bueno, la vida es como es. Y eso ya es perfección por sí mismo, pero ya hablaremos de ello otro día. El caso es que, después de pensarlo mucho, me he dado cuenta de que realmente las personas funcionamos así, y me apetecía compartir mi punto de vista. ¿No es fantástico?

Podría extenderme más, como por ejemplo diciendo por qué no es malo cambiar y qué supone un cambio en la persona o cómo no cambiar pese al cambio (creedme, tiene sentido, solo que es tarde). En tal caso, me despido por hoy-

hasta que tenga algo más que compartir.

Sergi

P.S: Firma, claro, un Sergi diferente al que ha empezado a escribir. Se capta, ¿no?